La inteligencia artificial avanza a ritmo vertiginoso, pero la humana sigue siendo la única capaz de empatizar, intuir y decidir con conciencia
Por Juan Santiago
CEO y Founder de Santex
Desde la irrupción de la IA Generativa, predominan visiones apocalípticas sobre el impacto en la empleabilidad de las personas. Sin embargo, en las últimas semanas varios acontecimientos han reivindicado el valor de la inteligencia humana: empresas que han re contratando a personas que habían reemplazado por la IA ante la falta de resultados, OpenAI publicó una búsqueda para contratar a una persona para generar contenidos en Argentina, Anthropic perdió un juicio por plagio de USD 1500 millones contra autores que realizaron una demanda colectiva o el caso del abogado rosarino que citó jurisprudencia inexistente en un escrito, sesgado por el uso de estas herramientas.
Si la IA puede fallar en las tareas del día a día, más difícil es que pueda tener éxito cumpliendo funciones de liderazgo. ¿Puede la inteligencia artificial alcanzar virtudes humanas como la empatía, la intuición o la conciencia? En búsqueda de respuestas para tener una visión más diversa y multidisciplinar, conversé con Lorena Llóbenes, médica y especialista en neurociencia contemplativa, y me quedé con reflexiones muy interesantes. Pero la conclusión general es que no hay que comparar máquinas con personas, sino entender que operan en planos distintos: la inteligencia artificial procesa datos mientras que la humana emerge de la interacción entre cerebro, cuerpo, vínculos y cultura.
Una máquina no tiene cuerpo ni historia, por lo tanto no puede sentir empatía, aunque la simule. La IA es una herramienta que opera a partir del análisis de patrones de una vasta pero única fuente de información que es internet, que se sesga por juicios predominantes en ella; pero que no es autosuficiente, ni objetiva, ni capaz de reemplazar el juicio humano.
El multitasking, tan celebrado en las nuevas generaciones por su impacto en la productividad, no siempre es un logro. Hay que reivindicar la pausa y entrenar nuestra mente con herramientas que consideremos apropiadas para evitar que la economía de la atención, hoy dominada por pantallas y algoritmos, modele nuestra percepción del mundo.
Pero esto es un desafío enorme en un entorno saturado de estímulos, ¿cómo entrenar la mente para sostener el enfoque? Existen muchas herramientas que nos pueden ayudar, como la neurociencia aplicada, la meditación, el mindfulness o simplemente cultivar pausas conscientes.
¿Qué rol desempeñan estas herramientas en el liderazgo? Uno fundamental. Un cerebro entrenado en atención plena no solo gestiona mejor el estrés, sino que potencia la creatividad y fortalece los vínculos sociales. En contextos complejos, esos líderes no reaccionan de forma automática: observan, comprenden y deciden con mayor claridad.
Allí aparece una segunda frontera que la IA no puede cruzar: la de la conciencia ética. Un algoritmo puede recomendar un producto o calcular riesgos, pero no discernir qué es correcto en un dilema moral, ni sostener a una persona vulnerable con presencia humana. Esa capacidad de decidir desde un propósito es, y seguirá siendo, exclusivamente humana.
Por eso, más que obsesionarnos con lo que la IA puede hacer, deberíamos enfocarnos en cómo la utilizamos. El problema no es la tecnología, sino ser conscientes del uso que le damos. El teléfono móvil transformó hábitos y vínculos sin que nadie anticipara sus contraindicaciones, como la hiperconectividad, su impacto sobre la las relaciones sociales y nuestra capacidad de atención. Con la IA, no podemos repetir la ingenuidad.
Los líderes del futuro deben ser capaces de integrar ciencia y autoconciencia , algoritmos y propósito, innovación y empatía. Pero, sobre todo, que comprendan que la verdadera disrupción no está en el código ni en la infraestructura, sino en una mente lo suficientemente enfocada como para poder decidir con humanidad.
La inteligencia artificial podrá escribir textos, diagnosticar enfermedades o conducir autos. Lo que no podrá nunca es sentir como siente el otro, decodificar silencios ni tener un propósito genuino colectivo. Esa más que responsabilidad, don humano, sigue en nuestras manos. Y en un mundo que corre detrás de la eficiencia, recordar que la inteligencia más poderosa no está afuera sino adentro, y en cada una de las acciones que hacemos en nuestro cotidiano, es el mayor acto de liderazgo.
Acerca de Santex
Santex es una empresa de tecnología que prioriza a las personas y tiene impacto global. Durante 25 años, ha brindado soluciones disruptivas que dan forma directamente a las empresas y al mundo. Como socio elegido por personas visionarias ansiosas por dejar su huella, es reconocido por su profesionalismo en la entrega de soluciones con una excepcional puntuación NPS de 86 (el doble del promedio de la industria) lo dice todo. En 2024, ha sido reconocida como una de las empresas de mayor crecimiento en Estados Unidos, integrando el listado Inc. 5000, tras acreditar un crecimiento del 164% en los últimos 3 años.
Además, tiene un fuerte compromiso con las prácticas empresariales sostenibles y ha sido carbono neutral durante 3 años consecutivos. En 2022 Santex creó la Fundación Tecnología con Propósito, una organización sin fines de lucro que busca mejorar la calidad de vida de las personas a través de programas de educación e inclusión tecnológica. Y en 2023 recibió el premio Nuevo Paradigma Empresario otorgado por AmCham en el marco de sus Premios Ciudadanía Empresaria, por su visión de marcar el camino en lo que respecta a innovación y colaborar con otras empresas a transformar su realidad a través de la tecnología.